De pronto la luz traspasó las ramas de aquellos árboles milenarios, que habían protegido con su sombra a Clara, y ella obnubilada de tanto resplandor sintió el inmenso deseo de cantar, siguiendo la melodía del viento al mecer las ramas y jugar con las hojas a crear notas mágicas.
Clara era un ser sin tiempo ni espacio en el universo de los hombres, había aparecido de la nada y se alimentaba contemplando la naturaleza.
Disfrutaba de las luciérnagas al anochecer y el canto de las chicharras arrullaban su sueño. Al alba, chapoteaba en los ríos y sentía el despertar de las aves.Sus días transcurrían en un inmenso descubrir aromas, colores, reflejos y trinos, hasta que aquel día sintió que había llegado su momento, las sabias ramas en su reverencia le habían descubierto el cielo, ahora el bosque, su bosque se abría al universo y le regalaba la luz, las estrellas, las nubes y la libertad
Clara era un ser sin tiempo ni espacio en el universo de los hombres, había aparecido de la nada y se alimentaba contemplando la naturaleza.
Disfrutaba de las luciérnagas al anochecer y el canto de las chicharras arrullaban su sueño. Al alba, chapoteaba en los ríos y sentía el despertar de las aves.Sus días transcurrían en un inmenso descubrir aromas, colores, reflejos y trinos, hasta que aquel día sintió que había llegado su momento, las sabias ramas en su reverencia le habían descubierto el cielo, ahora el bosque, su bosque se abría al universo y le regalaba la luz, las estrellas, las nubes y la libertad
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